sábado, 18 de junio de 2011

¡INDIGNAOS!

¡Indignaos!, un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica
De Stephane Hessel

El celebrado alegato de este diplomático nacido en Berlín pero que vive desde los siete años en París, se ha convertido en un fenómeno literario en toda regla en el país vecino con más de un millón de ejemplares vendidos a tres escasos euros. Aquí en España, el breve discurso hecho texto (apenas 27 más muchos extras) ha sido editado por Destino y prologado por otro nonagenario lúcido, el escritor y pensador José Luis Sampedro. Hessel, de 93 años, es un diplomático que cuenta con una biografía llena de suerte y mérito: miembro de la Resistencia francesa, superviviente de Buchenwald, militante a favor de la independencia de Argelia, defensor de la causa palestina y único redactor que aún sigue vivo de la declaración universal de los derechos humanos de 1948.


Este discurso pretende ser, como dice Sampedro en el prólogo, "un grito, un toque de clarín que interrumpe el tráfico callejero y obliga a levantar la vista a los vecinos de la plaza", y creo que Hessel ha conseguido su objetivo. Ha conseguido un texto que es un grito, una llamada a la vuelta a la moralidad, a la democracia, a ser ciudadano. Pero me temo que el ciudadano, (que ha devenido en los últimos tiempos en ciudadano-consumidor), después de levantar la vista y buscar una guía, una señal, pasa las páginas (pocas) y termina el texto y sus extras con hambre, desconcertado y sin respuestas. Y solo le queda el eco de un grito pitando en los oídos.
Creo que el propósito de Hessel es muy noble, que intenta despertarnos, desentumecernos una apolillada solidaridad pero creo, sinceramente, que se queda muy lejos de su objetivo. Aunque reconoce que "para un joven de su época indignarse y resistirse fue más claro, aunque no más fácil, porque la invasión de tropas fascistas es más evidente que la dictadura del entramado financiero internacional", intenta apuntalar al enemigo, ayudar al lector señalando a los culpables "el poder del dinero (...) nunca había sido tan grande insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del estado".
Pero la sensación que tengo después de leer este texto de Hessel es que el diplomático no consigue encender la chispa, el furor de indignación necesario. Terminé de leerlo y pensé, "joder, estoy indignado, si, vale, lo has conseguido, pero me indigno, (y creo que como casi todo el mundo), cada vez que enciendo la televisión, cuando veo la corrupción, el poder de los bancos, la OTAN y sus guerras para la conseguir la paz..." Por eso me gustaría haber encontrado en este Indignaos ,un acicate más fuerte, un frente común, un motivo que nos saque a las calles a protestar, a indignarnos de verdad.
Alguien como Hessel, con su historial, combatiendo la injusticia a lo ancho del mundo, debería ser más preciso, más contundente (de hecho, una de las críticas que se le hace en Francia es sea demasiado socialdemócrata y que tenga miedo de acercarse a la extrema izquierda), ya que sus palabras, pese a ser resultonas y llamar la atención, se quedan en el aire, dando vueltas, sin conseguir encendernos. De todos modos yo espero una continuación, un discurso más contundente y radical, un texto que te haga ver que no hay opción, que la única opción es la de revelarse. Quizá, al fin, si queremos ser revolucionarios deberemos, tan solo, y como dice Hessel, "ser responsables en tanto que individuos".

XiMo*

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